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Siempre he pensado que Santalla, por encima de los sufrimientos y refinamientos de quien usa la fotografía como instrumento para transformar la vida y la apariencia de las cosas, goza de otro don, que no tienen otros con la cámara. El don de la instantánea. Esa mano que parece perdida pero que en el momento justo sabe disparar el obturador, clic, para atrapar el tiempo, como un audaz cazador de imágenes, que economiza la conmoción del arte, la súbita y profunda presencia de la existencia, donde otros malgastan un saco de carretes que no acaban revelando nada.
Jorge Berlanga, 1999
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